En los últimos meses hemos observado cómo el dólar ha incrementado su valor en comparación con el peso; esto ha provocado una cobertura mediática importante y generado una diversidad de posturas provenientes de diferentes sectores, organismos públicos y privados, y especialistas en la materia.

Sin embargo, si uno es un “ciudadano de a pie”, ¿realmente se ve afectado por los movimientos en el tipo de cambio? ¿El comportamiento de este indicador incide de forma directa en nuestro bolsillo y metas? Para contestar lo anterior, primero habría que regresar al origen: como cualquier producto o servicio en un mercado, el dólar tiene un precio. En el mercado cambiario este precio se conoce como tipo de cambio y refleja con cuántos pesos se puede comprar un dólar, es decir, es un precio relativo más en la economía. Considerando este antecedente, la siguiente pregunta sería: ¿cuáles son los factores que determinan el precio del dólar?

Naturalmente, un elemento relevante está relacionado con la oferta y demanda, es decir, cuántas personas y empresas quieren dólares y cuántas instituciones e intermediarios están dispuestos a venderlos.

Un segundo factor está relacionado con la apertura y dinamismo del mercado cambiario, que a su vez se explica por el grado de apertura al comercio exterior de una economía. Considerando que México es un país con una amplia red de tratados, acuerdos e iniciativas bilaterales, el peso es una moneda especialmente atractiva y de fácil intermediación para los grandes inversionistas.

Su intercambio también puede verse afectado por las expectativas de dichos inversionistas ante la coyuntura internacional. Algunos ejemplos de ello podrían ser las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal o el proceso electoral vigente en Estados Unidos. México tiene un régimen de tipo de cambio flexible o de “libre flotación”; esto implica que dicho tipo de cambio depende de la oferta y demanda que exista en el mercado cambiario.

Una vez que hemos analizado estos factores, habría que cuestionarse cómo se relacionan con nuestro bolsillo. Para responder lo anterior, primero deberíamos reflexionar sobre el impacto del tipo de cambio en las empresas:

Una depreciación del peso esencialmente implica que el dólar “se vuelve más caro”, es decir, se requiere de una mayor cantidad de pesos para comprar un dólar. Ello implicaría que las empresas importadoras, que tienen que realizar pagos en dólares, deberían destinar una mayor cantidad de dinero como parte de su operación, por lo que se incrementarían sus costos.

Ahora bien, ¿qué sucedería si el tipo de cambio se mantiene caro por un periodo prolongado? ¿Esto podría afectar nuestro bolsillo?

La respuesta es sí. Si el dólar se mantiene caro durante un largo periodo, las empresas importadoras eventualmente tendrían que subir los precios de sus productos, debido al incremento en su nivel de costos. Si una persona consumiera frecuentemente dichos productos, entonces debería destinar una mayor cantidad de su ingreso para continuar haciéndolo en la misma medida o debería disminuir la intensidad de consumo en los mismos.

¿Y qué pasaría con nuestras metas personales y financieras? ¿Podrían verse afectadas también?

Depende del tipo de meta y del plazo que ésta implique; no es lo mismo un estudio de posgrado que unas vacaciones de verano. Inicialmente, todas aquellas que involucren un pago en dólares se volverían más costosas y podrían requerir de una mayor cantidad de recursos, y su horizonte podría volverse más lejano. En este punto, tanto las personas como las empresas pueden buscar instrumentos de inversión especializados que les permitan cubrirse ante los movimientos del tipo de cambio y, con ello, apuntalar la planeación y cumplimiento de sus objetivos.

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*El autor es subdirector de Desarrollo de Contenidos – Educación Financiera en BBVA Bancomer.

Fuente:  http://eleconomista.com.mx/finanzas-personales/2016/10/13/entender-tipo-cambio

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